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jueves, 1 de febrero de 2018

El guerrero

El viejo don Juan decía haber estado en muchas batallas, conocer a generales, héroes, cobardes, sanguinarios hombres que masacraron a poblaciones enteras sin ningún remordimiento, presencio la violación colectiva de mujeres que su único delito fue ser bonitas, se hundió en las batallas por la libertad, justicia, igualdad, el socialismo, la reforma, democracia, o cualquier otra cosa que se les viniera como justificación o pretexto a quienes ambicionan obtener mas poder, conquistar otras tierras, imponer su criterio, vengarse o simplemente darle sentido a su existencia. 

 Los sitios, las personas, los sucesos, los detallaba de tal manera que lo podíamos imaginar  lo mismo en Asia que en Europa o en cualquier movimiento armado de los muchos de America.  Muy entretenido era pasar parte de la tarde noche escuchando sus relatos con esos muchos comentarios que de cada suceso nos regalaba.

De los revolucionarios decía que habían sido hombres y mujeres de temple, pero muy tarados porque la mayoría no tenia ni idea de lo que significaba la revolución, a donde les conducían los trenes, como se organizo el movimiento y seguían a lideres que se nombraban sargentos, cabos, tenientes, capitanes, coroneles nada mas por haber matado a mas enemigos o por ser parientes, amigos de los militares de alto rango , de los que se decían lideres políticos o por cualquier suceso que les ponía en boca de la tropa, eso si, a la hora de los balazos le entraban parejo, era cuestión de honor pelear por la causa, aunque no se supiera cual era, ni que ganarían al final, porque las promesas de repartición de tierras, de justicia, igualdad, les eran indiferentes, sabían que la muerte les esperaba en la próxima batalla y que si salían bien parados era por suerte o porque Dios y la Virgen les estaban cuidando, por lo cual se mantenía cierto respeto a las creencias religiosas, pero no a los curas o iglesias a que con mucha frecuencia saquearon y fueron muchos los que mataron dentro de los templos porque servían de refugio al enemigo que para entonces ya no se sabia bien quien era, porque un tiempo eran de un líder y otras de otro, pero el caso es que las tropas seguían en la bola, saqueando, viviendo el momento, embriagados de licor y de violencia, siempre con la misma indiferencia ante el mañana que no se tenia como algo cierto. 

Las soldaduras bajaban en los pueblos a los gritos de los jefes que imponían ir a buscar la comida y prepararla pa luego, porque no tenían mas tiempo que el que tardaban los pelones en llegar por esos lugares, que siempre se andaban persiguiendo unos a otros sin darse tregua. Eran tiempos de esconder la hacienda , las hijas y rezar para que se pasaran esos revoltosos sin hacer mayor daño, pero en realidad era como un carnaval, una fiesta a la muerte, una locura colectiva que les afectaba de forma tal, que no tenia lugar para la cordura, para la prudencia que impusiera paz y entendimiento, por lo cual se pasaron años regando los campos de sangre de mártires de un sueño. 

La guerra ha de continuar por siempre, el hombre no tiene la inteligencia que presume, no es capas de dominar sus inclinaciones, sus ambiciones absurdas, sus instintos primarios y siempre encuentra la puerta para dejar salir su estupidez, convulsionar la sociedad con manifestaciones violentas, con las mismas formulas que se han utilizado en la historia para arengar a las masas a luchar y partirse la madre sin consideración alguna utilizando cualquier medio para hacerlo,  como pueden notar se ha ido perfeccionando, los avances técnicos y científicos se aprovechan para matar. 

El rostro de don Juan se transformaba cuando hacia las narraciones, sus ojos brillaban, las palabras brotaban como por encanto y era un espectáculo escucharle narrar esas historias.  Quien no lo conocía hubiera jurado que todo aquello era cierto, pero era solo el preámbulo para lo que en realidad pretendía y esas historia eran relatos de libros leídos o escenas de películas porque jamas salió del pueblo, siempre fue un hombre de paz, campesino, trabajador, un poco curandero, enamorado de joven, de viejo gran pensador que era respetado por las buenas ideas que tenia para mejorar las cosechas o regar lo sembradíos, criar cerdos a los que siempre defendía afirmando que se les denigraba e insultaba diciendo que algún político, prestamista o policía era marrano. 

Pero lo mejor de sus platicas es que siempre terminaban recomendándonos observar, comprender,  que con violencia jamas se soluciono un conflicto, que únicamente lo postergaba para después crecer y reiniciar con mas fuerza, que mientras que cada hombre se tuviese como dueño absoluto de la razón, no habría paz en la tierra, porque no se nos enseñaba a ser tolerantes, a escuchar y buscar las mejores opciones después de analizar concienzudamente.  

La educación esta basada en la competencia, no en la solidaridad,  la tolerancia, en la adaptación a lo que resulte mas conveniente aun cuando no sea lo que nosotros tenemos como verdadero, siempre deseamos imponer nuestro criterio y por eso  narro estas historias de guerra, de generales, asesinos, violadores, dolor, muerte, injusticia en nombre de la libertad, lo cual constituye una contradicción, una soberana tontería que se ha extendido por el mundo sirviendo lo mismo a los reyes de una nación que a los lideres de otra para que al final sigamos navegando en el mismo océano de amargura y con el mismo rumbo de locura. 

La paz y la justicia solo se pueden conseguir por medios pacíficos y con la firme convicción de hacer lo mejor dentro de nuestras comunidades, no requerimos ser grandes estadistas o militares, empresarios o comerciantes, sino hombres y mujeres que se empeñen en hacer que su familia, su vecindario, sea un mejor lugar para vivir. 

Quienes hacen que las cosas funcionen son los que no van a la guerra, los que trabajan arduamente, se esmeran cada día para realizar aquello que beneficia a sus hijos, padres, hermanos, vecinos, estos hombre y mujeres son los verdaderos guerreros, los que combaten contra la miseria y los malos elementos que afectan su comunidad.  Un buen maestro es mejor que un buen general y un trabajador responsable es mas valioso que un buen soldado, una buena ama de casa vale mucho mas que el mejor armamento y ni que decir de los que producen las grandes ideas, los cambios que modifican para bien la vida,  profesionistas  ingenieros, científicos, artistas, son el arsenal que se requiere para las grandes batallas en la vida. 

Los obreros son mejores que cualquier ejercito y preferible es un panadero que un artillero,  un campesino que al mejor tirador, a una costurera que un arma automática, una cocinera supera a muchos soldados,  aunque algunas veces hay que saber tratarlas con cuidado,  pueden también causar grandes estragos, jajajaja

Lo cierto es que  Generar violencia nos conduce a un estrecho camino de dolor y muerte, buscar la paz y trabajar por ella nos regala satisfacciones y una vida mejor, no lo olviden , no admiren a los grandes generales conquistadores, sino a los hombres trabajadores que se esfuerzan mejora el mundo. 

Otra cosa importante que nos dijo el viejo Juan tiene que ver con las grandes ganancias que genera la guerra para quienes especulan con la muerte, los fabricantes y comerciantes de armamento, los que suministran pertrechos, los que intervienen en la reconstrucción, los laboratorios y muchos otros que aprovechan el momento para vender, subir, los precios, aumentar la producción, sacar el mejor partido.  Se dicen hombres de negocios, inversionistas, mediadores o comerciantes, para el caso es lo mismo, siempre hay quien desea que una guerra les facilite el camino para enriquecerse. 

Por mi parte lo que me agrada de sus relatos es como detalla un encuentro entre dos tropas enemigas, la descripción del escenario, la lucha, el rugir de cañones, las explosiones  de proyectiles que iluminan los cielos, la valentía de quienes creen que luchan por grandes ideales sin importarles morir lejos de sus familias, alejados de la tierra de la que son originarios, pero me saca del encanto cuando afirma que 
"No hay valor mas grande que el de un pendejo "
                                            JuanAntonio Saucedo Pimentel

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