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martes, 23 de enero de 2018

La derrota del conquistador

 Acomodado entre las piernas de su esclava, aspirando su perfumado aroma, escuchaba la melodía que de sus labios brotaba como un manantial de paz mientras le daba un masaje en la cabeza después de haber hecho el amor hasta quedar completamente agotado, pero aun no conciliaba el sueño, su alma estaba inquieta por las palabras del monje condenando su desenfrenando comportamiento, la falta de amor al prójimo, ambición y crueldad para con los indios.

   Su esclava lo miraba con recelo, esperando cualquier reacción violenta, seguramente no le amaba, le temía, tal vez le aborrecía aun cuando ella era apacible y dulce , por eso algunas veces la nombraba Miel; pero otras veces era Clara, Luna, Flor o cualquier nombre que le inspiraran sus modales de princesa india, sacada del templo del dios que esta lejos y esta cerca, donde no había figuras grotescas o imágenes como en otros templos de esos seres que ahora estaban esclavizados y morían a racimos por las enfermedades que les trajeron como otros muchos males.

Ella era una mujer culta, conocedora de los secretos de los astros, sacerdotisa y princesa de sangre real sin duda, pero ahora era su esclava y no pretendía compartirla con nadie, porque aun cuando le calificaran de malvado, mucho arriesgo la vida para tener esa riqueza que ahora envidiaban los poderosos del reino, pero había otra cosa que no le dejaba tranquila el alma, la certeza de que habían destruido una gran cultura, sembrando muerte  donde podían haber encontrado respuestas a muchas preguntas que aun no podían contestar los sabios de Europa, porque en verdad que estos pueblos de Las Américas tenían gran conocimiento  y sus médicos y sabios hubieran proporcionado tesoros mas valiosos que el oro y las joyas. Tarde era para arrepentirse, muertos estaban, la conquista estaba lograda, nuevamente el mas fuerte y agresivo venció al  idealista que cree encontrar en los pensamientos la forma de vivir mejor.

No se requiere ser un sabio para comprender que se gana el poder y la riqueza con la fuerza y la astucia, que siempre ha sido el camino para dominar.  Quien cree que hay otros caminos esta equivocado, somos la consecuencia de una forma de vivir luchando contra todo, los mas fuertes han de triunfar, yo soy parte de esos que no se detienen ante nada, mi valor y mi astucia son mejor que cualquier conocimiento cultural, miro ahora a mi esclava, le hago objeto de mis caprichos , es inútil que  ella tenga mas conocimientos que yo, sabe leer y habla varias lenguas nativas, aprendió con rapidez la nuestra, esta entendida en el movimiento de los astros, sabe calcular con precisión, pero no tiene carácter para revelarse, me podía matar mientras duermo, pero prefiere ocultarse en sus pensamientos, que algunas veces me confunden porque no se que tan lejos puedan llegar y que secretos ocultan.

Ahora las palabras del misionero me inquietan,  tiene razón, no hemos vencido, hemos sido derrotados por nuestra ambición y nuestra irracionalidad, hemos destruido grandes culturas, nos condenamos a una vida de amargura, odiados por los vencidos, juzgados por la historia que aun cuando sea narrada de acuerdo a nuestros deseos, ha de quedar la evidencia de la crueldad para con los indios y la falta de comprensión de lo que habíamos encontrado en estas tierras, de tal forma que perdimos la oportunidad de conocer muchos secretos que ya nunca se han de rescatar, lo peor vendrá en la hora de nuestra muerte cuando tengamos que enfrentar el juicio de  Dios y hagamos un recuento de nuestros actos, la confesión de los pecados cometidos de acuerdo a nuestras creencias, entonces temeremos al castigo eterno. 

Maravillas vimos en estas tierras, las llenamos de sangre, las hundimos en el lago donde antes cruzaban embarcaciones cargadas de muchas cosas que de buen grado comimos acompañados de los nobles familia de Moctezuma mientras nuestros corazones se alimentaban de ambición y de maldad, de la convicción de matar y despojar a esos indios de tanta riqueza y he sido bien recompensado por meter mi espada en muchos cuerpos y mi daga en sus pechos y lanzar mi caballo contra mujeres y niños que en los anchos caminos que cruzan las aguas se interpusieron creyendo que tendríamos clemencia. 
Servir a Dios y a su majestad fue le pretexto para desatar la mas cruel y salvaje matanza, para activar la bajeza de nuestros deseos que se convirtieron en un río de crueldad, avidez y deshonra que ahora cargo en mis pensamientos, en recuerdos que se acumulan como fardos pesados que me torturan la punto de no dejarme dormir tranquilo, de perder el apetito y de sentir vergüenza de mi mismo, creo que otros  aventureros de los que conquistamos a estas tierras nos sentimos igual y los que no lo hacen es porque han perdido el ultimo grado de consciencia, pero omitir los actos indecorosos no les hace mas nobles ni les otorga mayor mérito ante quien todo lo ve y todo lo juzga, intentar tapar el sol con un dedo es cosa inútil y de escaso entendimiento, pero cierto es que se han de enaltecer nuestros actos por cuanta riqueza hemos otorgado a la corona sin que muchos hayan encontrado la retribución esperada dando pie a reclamos que han de perdurar años. 
Bien sabemos que no hubiésemos vencido sin la ayuda de los pueblos indios que se unieron a nuestra causa creyendo que éramos sus libertadores, le mentimos, les condujimos a la lucha con promesas vanas, mas tarde les esclavizamos, les impusimos nuestras costumbres, destruimos sus templos, su grabados en piel y otras muchas cosas que para ellos eran de importancia sin que ya pudieran defenderse, porque habían traicionado a sus dioses. 

   Flor, Clara, Miel, luz de mi casa adivina mi pesar, sabe de mi sufrir e intenta consolarme, sus familiares y amigos muertos ya están en paz con sus dioses, murieron defendiendo sus creencias e intentando salvar su cultura, yo en cambio, al igual que los otros conquistadores, estoy condenado a sucumbir sabedor de que he actuado en contra de las leyes divinas, ningún dios puede consentir lo que hemos hecho, estamos vencidos por nuestra sed de riqueza y poder y en el final nadie puede darnos consuelo.

Ayer compartí con algunos compañeros de armas, fanfarronerías de nuestras aventuras y bromas sobre la forma como conquistamos estas tierras, en el fondo sabemos que fue mucha la suerte y que trajimos enfermedades que aniquilaron a la mayoría de los pobladores, nos creyeron dioses y nos convertimos en demonios, nos ofrecieron regalos y nos apoderamos de sus vidas, les prometimos la vida eterna, darles a conocer al verdadero dios y los esclavizamos, los condenamos a un infierno que jamas imaginaron, ahora sufrimos las consecuencias, cada vez hay mas temor entre los peninsulares, se nota que hay un descontento que ha de crecer entre los que desean venir a quitarnos los que hemos ganado, no es de extrañar que la lucha mas cruenta sea entre nosotros mismos. 

Muchas mentiras se han contado de la conquista, he de saberlo yo que estuve en las andanzas para llegar  a la gran Tenochtitlán donde  nos maravillamos de su belleza y esplendor, donde pudimos ser muertos por la gran población de indigenas con escuadrones de guerreros bien preparados para la lucha, pero nos dejaron el paso, nos acomodaron en sus palacios, nos agasajaron como a dioses y nos mostraron todos sus tesoros, ofreciendo su respeto a quienes los vimos como salvajes por convenir a nuestros intereses que ya se maduraban sin contratiempo para despojarles se cuanto les pertenecía por derecho. 


Mis hijos y mujer esperan con ansias mi muerte, saben que ellos pasaran a ser dueños de mi hacienda, de esclavos, de títulos y joyas que despiertan su codicia, mi vida poco les importa, lo se porque jamas lo han disimulado, somos enemigos bajo el mismo techo, pero no es culpa de ellos, tal vez tampoco mía, porque vivi haciendo lo que pensaba era correcto y fue aquí donde he comprendido mis errores y nada puedo hacer ya para remediarlo, tal vez un poco de piedad para con Clara ahora que ha quedado embarazada me sirva de consuelo, le he de otorgar su libertad y algún medio de sustento, por lo menos que ese hijo tenga la oportunidad de hacer algo por su pueblo, espero no herede mi carácter violento y que sea mas como su madre, un pensador, un hombre o mujer con sabiduría y con amor a su prójimo, que viva tranquilo y respetando a Dios cualquiera que sea la representación que de el tenga y que luche por conquistarse a si mismo,  otra conquista de reinos o territorio poco importa, al final la derrota de los conquistadores es su indigna vida y su angustiosa muerte, pero tiene que ser valiente, muy valiente, la vida de un mestizo será extremadamente difícil, sobre todo tomando en consideración la lucha  con sus hermanastros que intentaran  despojarle de toda posesión heredada o cedida por mi. Tal vez eso le haga mas fuerte, la lucha te hace duro, te impone acciones que de otra forma no acometerías  , tal es lo que aconteció conmigo, eso que valga en mi defensa ante el todo poderoso.

El conquistador concilio el sueño, su hermosa esclava se levanto despacio y le miro indefenso, como un hombre caído en batalla al que podía infringir cualquier castigo, pensó que no era necesario, el estaba sufriendo, enfermo, avejentado aun cuando aun era un hombre maduro, se le notaba en la mirada triste un dolor que no podía curarse con filtros o pócimas, estaba herido en el alma, sus dioses le habían abandonado seguramente. 

Mintzita, que era su nombre y cuyo significado en lengua Purepecha  es corazón, camino por el largo corredor  hasta su recamara junto a los otros esclavos y antes de recostarse pidió a su dios, al que esta cerca y al que esta lejos, que le protegiera, le proporcionara fuerza, sabiduría para caminar por la senda que le habían destinado ahora que llevaba en su vientre la vida de un hijo de aquel hombre que habiendo conquistado su reino y asesinado a muchos de sus familiares , amigos  y la tenia como esclava;  con devoción pronuncio sus oraciones diciendo "en ti confío dios de dioses para que sea este hijo un buen fruto y lleve a mi pueblo por la senda de la libertad, si no es el serán sus descendientes los que han de retornar a nuestra gente su dignidad y su grandeza, porque tu lo puedes todo y tu eres quien ha de marcar el tiempo en que ha de suceder"

No hay registro de donde fue que Mintzita fue a vivir cuando el conquistador le otorgo su libertad, seguramente la envió lejos para librarla de los ataques de su mujer e hijos, lo cierto es que muchos años después uno de sus nietos encabezaba una de las primeras rebeliones en contra de la corona, dando principio a los movimientos que irían minando el poder de los conquistadores y devolviendo a los conquistados la oportunidad de ser libres.  
Fue una larga lucha, siglos de sufrimiento, pero al final se consiguió lo que sucede siempre, los conquistadores fueron abatidos y sus rastros quedan aun marcados en la historia como hechos que sumieron a poblaciones enteras en la miseria, la esclavitud, dolor y muerte. 
   JuanAntonio Saucedo Pimentel

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