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domingo, 11 de diciembre de 2016

Cuando la hadas dejaron de lucir

Hace mile de años, cuando los hombre empezaron a poblar la tierra, las hadas se comunicaban con los animales y una mariposa aconsejo a la reina de ellas que procurara no ser vista por  quienes se creen  reyes del planeta, todo lo quieren poseer y dominar y son un peligro para todas las otras especies, lo mejor es aprender a disfrazarse, aparentar ser algo poco apreciado, no lucir la belleza u otras cualidades que despertaran su codicia.  La reina comprendió el peligro en que se encontraban, recomendando a todas las hadas que hicieran lo posible para no ser vistas por los hombres.  Desde entonces las maravillosas hadas dejaron de lucir sus brillantes colores, su belleza, sus cantos y danzas, como expertas en mimetismo se ocultan entre las rocas, las flores, el bosque o en parajes alejados donde pueden gozar de tranquilidad.
Algunas personas hacen lo mismo que las hadas, pasan desapercibidas la mayor parte de su vida, son artistas, escritores, artesanos, agricultores, gente que hace funcionar lo esencial para la vida, pero que no son reconocidos hasta que pasado el tiempo salen a la luz sus obras, las que muchas veces se atribuyen quienes menos han trabajado en ellas.

He visto a campesinos, obreros, trabajadores de la construcción, empleados que nunca reciben reconocimiento por lo que hacen, su labor se escapa a las miradas que atentas se posan en quienes alardean de triunfos y demandas, los que hablan mucho y hacen poco, quienes hacen de la retórica su mejor arma y del discurso demagógico su herramienta de trabajo, corrompiendo el lenguaje para ganar partidarios, obtener el apoyo de quienes creen que son esos hombres los que les han de llevar al progreso, a la paz y justicia.

Al igual que las hadas, el hombre de ciencia, el profesionista, los que hacen realidad los sueños y abastecen de lo necesario al planeta, se mantienen en sus puestos trabajando arduamente, creando lo necesario para que diariamente tengamos en nuestros hogares y en cada rincón del mundo aquello que es imprescindible para la vida. No son admirados, no tienen seguidores fanáticos que se mantienen de promesas incumplidas, ni de ambiciosos que buscan vivir a costa de otros, pero no podríamos continuar sin su labor, en realidad son como duendes y hadas haciendo brillar las cosas, salvando vidas, curando enfermos, produciendo alimentos, construyendo viviendas, presas, autopistas,  inventando , creando arte y cultura para hacer que el hombre sea digno hijo de Dios o, para los no creyentes, un buen producto de la evolución.

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