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El Libro Cuando nació la idea de escribir fue como la tormenta que de pronto aparece en el horizonte anunciando con relámpagos y truenos...

domingo, 27 de noviembre de 2016

Creo

Creo en Dios a pesar de que he deseado ser ateo, seguir las teorías que afirman que todas las maravillas del universo son producto de una evolución de millones de años sin explicar la razón de su existencia o porque se ha seguido un proceso que condujo a la vida en la tierra y la aparición del hombre, un ser que lo mismo puede ser hacedor de grandes obras o el depredador mas cruel que jamás ha existido.

   Viviendo en un pueblo estaba ajeno a la influencia de la propaganda de cualquier tipo, mis pensamientos eran originales y personales en la mayor parte de su contenido, acaso interferidos por las cortas y repetitivas conversaciones que entre los adultos se tenia sobre la cosecha, lluvia, sequía, maíz , niños, hombres, mujeres,animales  y otras cosas propias de la región, pero casi siempre en la libertad de observar y sacar mis propias conclusiones.
 Viendo las semillas germinar, el sol salir cada mañana, escuchando el trinar de los pájaros, el mugir de la vacas, el canto del gallo, el ladrido de los perros, el trajinar de gente que despierta al movimiento después de pasar la noche en descanso, en letargos que algunas veces eran para siempre, entonces la muerte también se hizo presente y supe que no solo el nacimiento es importante, esta ligado de manera indisoluble a un fallecimiento que marca fin a los afanes, a los sueños, deseos, sentimientos, placeres o sufrimientos sin que apenas podamos intervenir en su proceso, la interrogante inmediata fue , para que?
     las preguntas se fueron acumulando, no comprendía muchas cosas, ligadas, importantes, presentes y constantes porque la vida siempre se repite como estaciones, la primavera o el invierno , la noche, el día, lluvia, sequía, tristeza, alegría un suspiro, el fuego que arde y luego se apaga, mientras la tierra gira.

Por qué entonces el ambicioso quiere acumular bienes? es tan ciego que no puede ver que su vida es efímera como la lluvia o la belleza de las flores, porque el hombre utiliza recursos sin notar la destrucción de su hábitat , ha contaminado desde siempre, se afana en conquistas que no le satisfacen, en empresas en las que compite por algo que no ha de significar nada dentro de unos años, tal vez diez o cien, que importancia tiene dentro de la gran escala del universo donde las galaxias con millones de estrellas se mueven en un espacio que parece infinito a la capacidad del hombre. 

    Años han transcurrido años desde aquellas caminatas por entre los surcos en el diario desyerbar o  mientras cosechamos un maíz ignorando donde se consumía mientras me preguntaba si aquello tenía sentido para alguien que observaba con atención nuestro afán, o eran tan solo tareas que pretendían dar sentido a la vida. 
   Sentado frente al comal, observando la danza del fuego, el volar de las chispas que rápidamente se apagan en el aire, me decía a mi mismo que cada cosa tiene su tiempo y no es importante la duración sino el significado, que cada uno tiene su propio destino, lo mismo una chispa que un hombre o una mujer, aunque ellas enseñaban otro gran misterio, el traer a la vida a otros hombres sin apenas saber como sucedía, dando al amor un gran significado, aun cuando la pasión era casi siempre el impulso primario que las condujo por esos senderos de placer y dolor que solo las madres conocen.
  Mi convencimiento de la existencia de Dios se nació despacio, se fue formando de todos esos detalles al caer la lluvia, al germinar la semilla, al aroma de las flores, en los rayos de sol, en mi aliento que se confundía en las mañanas frías con el aire que me rodeaba y en cada una de las estrellas , las mañanas y atardeceres, en el brillo de los ojos de las mujeres, en el trabajo de los hombres que cansados repetían cada jornada como una ofrenda a la vida.

     Se vinieron los años de confusión y pensamientos influenciados por las doctrinas o proclamaciones de distinto tipo, siempre impulsando a la competencia y el consumo, a caminar de frente, buscar la cima porque eso era ser un triunfador y lo creí a pie juntillas dejando que la corriente me arrastraba entre los efímeros placeres el lujo, las reuniones festivas, convenciones, conciertos o conferencias donde se expone la voluntad del hombre como principal arquitecto de su destino y la riqueza como principal objetivo en nuestro camino 

   afortunadamente he reaccionado a tiempo, me he escapado de ese infierno donde la vanidad esclaviza, la riqueza y el poder corrompen dejando rastros de dolor y muerte, vaya suerte de las mayorías que se alejaron de la naturaleza y entraron en ese tobogán de corrupciones sin posibilidad de encontrar una salida porque han sido marcados con el hierro de la ambición, del consumismo que no tiene límites negando la posibilidad de ver la luz de la verdad, la que seguramente les redimirá si renuncian a sus pretensiones inhumanas, renegando de la estupidez suprema que marca el ritmo en sociedades donde la competencia,  en el mercado, la oferta y la demanda crean un submundo inhumano comprando y vendiendo cualquier cosa, incluso la propia alma.

   ahora no tengo nada, soy un paria que ha renunciado a la posesión y a la competencia, estoy sentenciado al olvido, al confinamiento supremos dentro de sociedades con millones de individuos, pero me siento seguro de que Dios está ahí, esperado, dejando que hagamos nuestra voluntad porque para eso nos ha dado el libre albedrío, no como un error, sino como una posibilidad para valorar lo que tenemos, disfrutar de la vida sin intervención de ajenos o perdernos en adicciones y tonterías como niños que no han aprendido a ver lo importante , se deslumbran por el brillo, se pierden en los laberintos que hemos elaborado para justificar nuestro comportamiento irracional. 
Magnificent

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